La brujería pertenece al terreno de las supersticiones. El que cree en la magia negra (que no tiene nada que ver con los ilusionistas y la magia blanca) está convencido de que entre nosotros existen personas que tienen acceso a poderes sobrenaturales. Se supone que las brujas están al servicio del diablo, que les ha dado poderes mágicos. Con estos pueden causar daño a otras personas; y con la ayuda de amuletos y hechizos son capaces, por ejemplo, de provocar una tormenta o una enfermedad, o de dejar estéril a alguien. Además, disponen, en teoría, del ‘mal de ojo’, con el que pueden llegar a matar a un enemigo.
Las brujas eran originalmente curanderas con amplios conocimientos de la naturaleza. Hacían pócimas con hierbas desconocidas, que podían curar catarros o despertar el amor en una persona. Se las imaginaba volando sobre una escoba, y eran capaces de convertirse en un gato y de hacerse invisibles. En las leyendas y los cuentos, suelen aparecer viejas, enjutas, encorvadas, con nariz ganchuda, un pañuelo en la cabeza, un bastón y un gato negro en el hombro.
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